Ello es debido a haber construido una utopía en nuestro circuito mental. Sí, es una creación nuestra llamada: expectativa.
Cuando esa decepción viene de alguien lejano o desconocido, la falta de conocimiento de esa persona hace que nuestras expectativas sean débiles, incluso nulas. Pero cuando se trata de personas cercanas, a las que tratas cotidianamente esa expectativa se arraiga en tu invisible circuito mental con gran fuerza y cuando surge la decepción, el dolor es más profundo. Ese dolor ha sido creado por una imaginación que adjudicó unos roles ficticios hacia la persona imaginada. Ese ensueño queda grabado como real, no sabes que existe hasta que algún suceso externo lo detone, es entonces cuando compruebas que lo que grabaste en ti no corresponde con lo acontecido, surge la frustración, el desencanto y por ende el dolor emocional.
Cuando surja una situación así analiza si sólo fueron tus expectativas lo que se rompieron.
Tal vez sea tu circuito mental el creador de esa decepción y no la persona que actuó sin ser consciente de tus esperanzas ocultas.
La expectativa sólo es una idea creada por la mente con la esperanza de evolución real.